El WTI cerró la sesión del 21 de agosto en los u$s40,21 para los contratos con entrega en octubre y así encadenó la octava semana consecutiva de baja de precios, la peor performance desde 1986.
Durante la sesión del NyMex, el barril llegó a cotizar en mínimos de u$s39,86 aunque sobre el final logró una modesta recuperación que fijó el cierre en una caída de 2,73% respecto de la sesión anterior.
En el último año, el precio del barril ha caído un 70%, y estos valores están muy lejos de los máximos históricos alcanzados de u$s147 que llegó a cotizar.
Por primera vez, la OPEP admite mirar con preocupación la caída de los precios, después de sus dos cumbres en Viena en las que decidió mantener el ritmo de producción. La cesta OPEP, de referencia para los países del cartel, cerró a u$s44,13 el 20 de agosto, pero a la par de los valores del BRENT y el WTI, sumó nuevas bajas el viernes (la página oficial publica los datos con 24 horas de demora).
Arabia Saudita informó en la semana que sus exportaciones habían alcanzado nuevos máximos, según los informes revisados de junio. Lo cierto es que algunas perspectivas que meses atrás daban cuenta de un aumento de la demanda, hoy se ponen en revisión a raíz de la brusca desaceleración del crecimiento de China, que ha dado una muestra clara con la devaluación del yuan.
China, EEUU e India son los más importantes importadores del mundo. La economía asiática que crecía a tasas cercanas al 10% anual, hoy presenta guarismos más débiles, que podrían estar entre 6 y 7%. El gobierno chino ha promovido una devaluación del yuan para mejorar la competitividad de las exportaciones, verdadero motor de su crecimiento.
EEUU ha experimentado un verano con récord de consumo de combustible gracias a los precios bajos del petróleo; cada galón resultó casi u$s1 más barato que el año anterior, cargar el tanque se redujo a unos u$s23/u$s25, más barato que un almuerzo de cuatro personas en un McDonalds. Los productores de shale explican en parte la sobreoferta de petróleo, porque en los últimos 5 años han aportado nada menos de 3 millones de barriles por día, que antes EEUU debía importar de países como Venezuela, Arabia Saudita y otros socios comerciales.
Durante los “años dorados” de precios altos, Venezuela y los países de la OPEP encontraron en China y en menor medida en India, un nuevo destino para su producción de crudo, ante la menor demanda de EEUU que aumentaba su producción interna. Pero la desaceleración de crecimiento chino provocó un temblor para cartel.
EEUU sumó a Irán a la mesa, y el fin de las sanciones económicas sobre el régimen de los ‘ayatollah’ promete devolverle a este país su protagonismo en la oferta mundial de crudo. El gobierno iraní está en condiciones de “inyectar” 500.000 barriles diarios a la oferta mundial.
El mundo está consumiendo unos 90 millones de barriles por día, y la oferta disponible ronda los 93 millones. Irán la incrementaría en el corto plazo hasta 93,5 millones, pero el menor crecimiento de la locomotora global china, una posible subida de tasas en EEUU que fortalecería aún más el dólar y un menor consumo de combustible tras el verano, conduciría a la inexorable caída del petróleo.
En febrero, el Citigroup fue el más audaz: se animó a pronosticar que el WTI podría llegar a caer hasta u$s20. En EEUU, un reconocido inversor dijo el viernes que el barril puede llegar a u$s15.